El Aprendizaje en Servicio en la Formación docente
Licenciada María Eugenia Odriozola
Desde el año 2012 estamos
llevando adelante en el nivel superior del instituto un Proyecto de Aprendizaje
y Servicio Solidario… ¿Qué es este proyecto?
El “aprendizaje-servicio” es la
propuesta pedagógica que promueve actividades estudiantiles solidarias, no sólo
para atender necesidades de la comunidad, sino para mejorar la calidad del
aprendizaje académico y la formación personal en valores para una participación
ciudadana responsable. Tiene tres características:
• Está
protagonizada fundamentalmente por los estudiantes.
• Atiende
solidariamente una necesidad real y sentida por la comunidad (intencionalidad
solidaria).
• Está
planificada no sólo para atender a esa necesidad social, sino para mejorar la
calidad de
los
aprendizajes escolares (intencionalidad pedagógica).
Protagonismo
de los estudiantes:
Nunca se
insistirá lo suficiente en que el aprendizaje-servicio no se refiere al
voluntariado de los docentes o los padres, ni a estrategias institucionales
para atender demandas de la comunidad, aunque implique a menudo estas
variables. El aprendizaje-servicio es, por definición, una actividad de
los estudiantes.
Los protagonistas de las
actividades de servicio a la comunidad deben ser los alumnos: si ellos no se “apropian”
del proyecto, si no lo sienten como algo propio, difícilmente constituya una
experiencia de aprendizaje-servicio de calidad.
En las escuelas argentinas
podemos encontrar testimonios valiosos de docentes que organizan voluntariamente
talleres de oficios o cursos de alfabetización para los padres de sus alumnos, gabinetes
psicopedagógicos que atienden gratuitamente a estudiantes de escuelas
carenciadas, y escuelas que ponen a disposición sus instalaciones para
actividades de entidades de bien público, o que abren espacios de integración
con escuelas especiales. Estas acciones son muy valiosas como testimonio de una
cultura institucional solidaria y del compromiso personal de los docentes, pero
no constituyen experiencias de aprendizaje-servicio, precisamente porque no
están protagonizadas por los estudiantes.
También podemos encontrar
proyectos cuidadosamente planeados en cuanto a los objetivos, los tiempos, los
destinatarios, con excelentes redes de contenidos curriculares... pero
redactados enteramente en la dirección o la sala de profesores. En general,
estos proyectos se comunican a los alumnos como una propuesta cerrada (“este
año la Institución desarrollará el siguiente proyecto de servicio…”). Este tipo
de situaciones corre el riesgo de generar proyectos muy prolijos, pero con muy
bajo nivel de motivación por parte de los alumnos. Y a la baja motivación
suelen corresponder, como sabemos, bajos niveles de aprendizaje.
A menudo los adultos nos
quejamos: “esta generación no se motiva con nada”, “a estos chicos no les
importa nada”. La experiencia muestra que esta generación tiene, en cambio, un
enorme potencial de compromiso solidario, y un grado de conciencia sobre
algunas problemáticas (por ejemplo las vinculadas al medio ambiente, la
identidad, y otras) incluso superior a las generaciones que la precedieron.
Como dato ilustrativo, vale señalar que sólo en las escuelas que se presentaron
al “Premio Presidencial Escuelas Solidarias” en el año 2001 había más de
600.000 niños y jóvenes comprometidos en acciones solidarias.
Nuestros alumnos nos piden
–especialmente los adolescentes y jóvenes- que los dejemos participar de
verdad, que les demos la posibilidad de desplegar la creatividad, entusiasmo y
entrega que caracteriza a su edad, que les ofrezcamos guía y contención, pero
les demos el lugar protagónico a ellos. Uno de los beneficios más manifiestos
de los proyectos de aprendizaje-servicio es que generan auténticos liderazgos
positivos, y permiten a muchos estudiantes desarrollar potencialidades para la
participación que de otro modo hubieran permanecido ocultas.
En la raíz del
aprendizaje-servicio hay una convicción: nadie es demasiado pequeño, ni
demasiado pobre, como para no tener algo que ofrecer a su comunidad.
A menudo, y con la mejor de las
intenciones, los docentes -especialmente los que atienden a jóvenes y niños de
escasos recursos, o con necesidades especiales- tendemos a colocarlos en un lugar
de receptor pasivo de "ayuda". El aprendizaje-servicio, en cambio, se
propone explícitamente estimular la iniciativa, creatividad y capacidad de participación
de todos los estudiantes.
Entre las experiencias
presentadas al Premio Presidencial “Escuelas Solidarias” hemos visto a niños con
necesidades especiales ofreciendo el fruto de su trabajo para paliar el hambre
de sus vecinos; hemos admirado a niños de EGB1 y 2 que en un paraje aislado de
Santiago del Estero le ofrecen apoyo escolar a los más pequeños en un “Jardín
de infantes voluntario” que ha ya mejorando el rendimiento escolar de varias
cohortes, y nos hemos conmovido por los testimonios de jóvenes de zonas
urbano-marginales que se constituyeron en líderes de proyectos comunitarios
relevantes, como los estudiantes de la Escuela-Taller Angelelli de Bariloche, o
los de la Escuela “Ramón Lista” de Resistencia, Chaco.
Nos parece fundamental señalar que
detrás de cada una de estas experiencias exitosas hubo docentes que creyeron en
las potencialidades de sus alumnos, y les ofrecieron cauces eficaces para desarrollarlos.
Por eso, un buen proyecto de
aprendizaje-servicio requiere de un tipo de liderazgo docente algo diferente
del que se genera normalmente en el marco del aula. En muchas ocasiones,
docentes y estudiantes estarán enfrentando al mismo tiempo y por primera vez
una situación crítica o un interrogante científico determinados, y deberán
aprender juntos, y generar juntos soluciones novedosas.
En los casos de
aprendizaje-servicio de mayor calidad, se generan liderazgos estudiantiles que operan
colaborativa y sinergéticamente con el liderazgo del docente. Las actividades
de servicio les permiten a los estudiantes conocer a sus docentes en un
contexto diferente al escolar, y valorar su compromiso con la comunidad. Este
contacto con adultos que pueden ofrecer modelos positivos y cercanos suele
tener un fuerte impacto en los proyectos de vida de los niños y adolescentes, y
en sus actitudes dentro y fuera del aula. El beneficio de este tipo de
situaciones suele superar el marco del proyecto de servicio, y alcanzar al
conjunto del clima institucional.
En función del desarrollo del
protagonismo de los estudiantes, en el diseño de un proyecto de aprendizaje-servicio
es fundamental prever mecanismos para que éstos participen activamente en todas
las etapas del proyecto: que desarrollen actividades vinculadas al diagnóstico
previo a la actividad, que estén involucrados en al menos alguna de las
instancias de planificación, en la gestión de los recursos, y en todas las
actividades previstas, incluida la evaluación.
Para leer el informe completo clickear en esta dirección:
https://drive.google.com/file/d/0B8Z4WOOesL3bbzZnT0lpY2llaEU/edit?usp=sharing