Esta idea surge como una necesidad de nuestra comunidad educativa, entendiendo que el ámbito de la difusión y la investigación es esencial para la construcción de una mirada crítica de la realidad, abordándola desde nuestro ideario institucional.

martes, 20 de agosto de 2013

Jornada Mundial de la Juventud 2013

La profesora Aluminé Clivio, coordinadora de área de Teología de nuestro profesorado, tuvo la oportunidad de vivenciar esta experiencia. En el siguiente artículo comparte sus impresiones sobre este evento multitudinario que convocó a miles de jóvenes de todo el mundo a compartir un momento de encuentro con Jesús.


Tuve la suerte de participar de la JMJ que se desarrolló del 23 al 28 de julio en la ciudad de Río de Janeiro, Brasil.
Viajamos aproximadamente cuarenta personas  de la Diócesis de Morón, y nos alojamos en el barrio de Leblon a unos cuatro kilómetros de Copacabana (lugar donde se llevaron a cabo los actos centrales).
Nos albergamos en casas de familia que nos estaban esperando muy ansiosos y nos recibieron con mucha hospitalidad, estaban atentos a cada evento y a cada una de nuestras necesidades y lo más lindo es que vivían la jornada con la misma alegría y emoción que nosotros.



La jornada comenzó el martes 23/07 con la misa de inicio presidida por el Arzobispo de Rio de Janeiro Don Orani Tempesta, si bien el clima no ayudaba porque llovía y hacía frío, las playas de Copacabana estaban repletas de jóvenes que comenzábamos a preparar el corazón para vivir la JMJ. A partir del inicio se comenzó a sentir un clima que jamás había vivenciado, una alegría mezclada con emoción y exaltación.
Las tres jornadas siguientes, en las que nos encontramos con S.S. Francisco, fueron muy profundas. Nos invitaba a todos a ir más allá del sentimiento y la alegría.

El jueves Francisco pidió encontrarse con los jóvenes argentinos, por supuesto esa misma mañana hicimos la fila en la puerta de la catedral bajo la lluvia con la esperanza de entrar y escuchar a nuestro querido Papa de cerca… lamentablemente no pudimos entrar y solo pudimos ver a Francisco de lejos, pero quiero contarles lo que para mi fue increíble.
Luego de que Francisco entró a la catedral los treinta mil argentinos que estábamos afuera nos quedamos tratando de escuchar lo que su santidad decía, pero no había audio previsto para los que estábamos en las calles. Cuando francisco estaba por comenzar a hablar alguien dentro de la catedral se iluminó y abrió las puertas y solo por esas cosas de Dios los que estábamos en el exterior hicimos un silencio total y escuchamos cada palabra de Francesco como si el sonido fuera stereo… el dijo:


Entonces, ¡Hagan lío! ¡Cuiden los extremos del pueblo que son los ancianos y los jóvenes! No se dejen excluir, y que no excluyan a los ancianos, segundo, y no licuen la fe en Jesucristo.


¡Las Bienaventuranzas! ¿Qué tenemos que hacer, padre? Mirá, leé las Bienaventuranzas que te van a venir bien, y si querés saber qué cosa práctica tenés que hacer, leé Mateo 25, que es el protocolo con el cual nos va juzgar, con esas dos cosas tienen el programa de acción: Las Bienaventuranzas y Mateo 25, no necesitan leer otra cosa. ¡Se los pido de corazón!

Una vez terminado el encuentro nos dirigimos a las playas de Copacabana para unirnos al resto de los jóvenes para vivir el encuentro con el Papa, al llegar me sorprendió la organización del vallado para el papa móvil y como la gente de Rio se acercó con sus familias para ver a Francisco.

Esta vez Su Santidad dirigió unas palabras a todos los jóvenes:

Por eso hoy les digo con fuerza: “Pon a Cristo” en tu vida y encontrarás un amigo del que fiarte siempre; “pon a Cristo” y verás crecer las alas de la esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; “pon a Cristo” y tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda.
Hoy me gustaría que todos nos preguntásemos sinceramente: ¿en quién ponemos nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús?
¡“Pon a Cristo” en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado! Miren, queridos amigos, la fe lleva a cabo en nuestra vida una revolución que podríamos llamar copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza, esperanza. Aparentemente no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos, todo cambia. En nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la serenidad y la alegría, que son frutos del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22) y nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar se renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios.
Querido joven, querida joven: “Pon a Cristo” en tu vida. En estos días, Él te espera en su Palabra; escúchalo con atención y su presencia enardecerá tu corazón.

El viernes la invitación fue meditar el Via crucis todos juntos, los jóvenes locales nos prepararon una actuación y un testimonio por cada estación… realmente los dos millones de jóvenes estábamos meditando y rezando en silencio.

Por supuesto el cierre lo hizo Francisco…
Pero la Cruz invita también a dejarnos contagiar por este amor, nos enseña así a mirar siempre al otro con misericordia y amor, sobre todo a quien sufre, a quien tiene necesidad de ayuda, a quien espera una palabra, un gesto. La Cruz nos invita a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de ellos y tenderles la mano.
Queridos jóvenes, llevemos nuestras alegrías, nuestros sufrimientos, nuestros fracasos a la Cruz de Cristo; encontraremos un Corazón abierto que nos comprende, nos perdona, nos ama y nos pide llevar este mismo amor a nuestra vida, amar a cada hermano o hermana nuestra con ese mismo amor.
Después de este momento tan intenso nos fuimos a descansar y recargar las energías porque el sábado nos esperaba la experiencia del Campus Fidei la noche de vigilia y misa de cierre el domingo.

Pero como les conté, el clima nos jugó una mala pasada y el evento que debía realizarse en el Campus Fidei se pasó a la playa de Copacabana, así que con las mochilas alistadas nos instalamos cerca de una pantalla y plantamos campamento.
El día nos regaló algunos ratos de sol y muchos ratos de baile y alegría los cuales  reflejaban el sentimiento profundo de cada uno de nuestros corazones.


Finalmente atardeció y en las pantallas comenzamos a ver como Francisco se acercaba a nuestro encuentro.
La dinámica se basó en una representación sobre el llamado que recibió San Francisco de Asis a renovar la Iglesia, y la invitación a través de testimonios a construir nosotros también la Iglesia. Francisco concluyó diciendo…
También hoy el Señor sigue necesitando a los jóvenes para su Iglesia. Queridos jóvenes, el Señor los necesita. También hoy llama a cada uno de ustedes a seguirlo en su Iglesia y a ser misioneros. Queridos jóvenes el Señor hoy los llama. No al montón. A vos, a vos, a vos, a cada uno. Escuchen en el corazón qué les dice.
Jueguen para adelante. Pateen adelante, construyan un mundo mejor. Un mundo de hermanos, un mundo de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad. Jueguen adelante siempre

Y después de estas hermosas palabras los dos millones de jóvenes que estábamos ahí junto con Francisco nos encontramos con Jesús eucaristía, en silencio absoluto y todos de rodillas rezamos frente a Jesús desde la más profunda intimidad del corazón.

En ese clima de silencio y respeto casi tres millones de personas dormimos en la playa aguardando el cierre de la jornada.
El domingo nos levantamos y terminamos de preparar la sorpresa para Francisco, una canción con coreografía que practicamos sábado y domingo, ese era nuestro regalo.
No solo los jóvenes sino también los sacerdotes y los obispos bailaron la coreo.

En la misa de cierre Francisco anunció que la próxima jornada mundial de la juventud será en el 2016 en Polonia.


Y se despidió de nosotros

Tres palabras: “Vayan, sin miedo, para servir”. Siguiendo estas tres palabras “Vayan, sin miedo, para servir”, experimentarán que quien evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe más alegría. Queridos jóvenes, cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con Cristo, de dar testimonio del Evangelio. 

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